EL ANGELUS
V. El Ángel del Señor
lo anunció a María.
R. Y concibió por obra
del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…
Santa María…
V. He aquí la esclava
del Señor.
R. Hágase en mí según
tu palabra.
Dios te salve, María…
Santa María…
V. El Verbo se hizo carne.
R. Y vivió entre nosotros.
Dios te salve, María…
Santa María…
V. Rogad por nosotros,
Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Oración:
Infundid, Señor, vuestra gracia en nuestras almas, para que, pues hemos creído la Encarnación de vuestro Hijo y Señor
nuestro Jesucristo anunciada por el Ángel, por los merecimientos de su Pasión y Muerte, alcancemos la gloria de la Resurrección. Amén.
Corona a la Divina Misericordia
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Se comienza con: Un Padrenuestro… un Ave María… y el Credo.
En las cuentas grandes:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, en propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero."
(Normalmente,
si dos o más personas rezan juntas la Corona, esta parte la dice el que dirige).
En las
cuentas pequeñas: (decenas)
"Por Su Dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero."
(Esta frase se dice diez veces. Normalmente,
si dos o más personas rezan juntas la Corona, la persona que dirige dice: "Por Su Dolorosa Pasión" y la(s) otra(s) persona(s)
contesta(n) la parte final "…ten misericordia de nosotros y del mundo entero.")
Al terminar las cinco décadas, se procede a decir
tres veces:
"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, Ten misericordia de
nosotros y del mundo entero".
JACULATORIA FINAL:
"Oh Sangre y Agua que brotasteis del Corazón de Jesús como una fuente
de misericordia para nosotros, en Vos confío".
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ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO
II
A LA INMACULADA
1. Ave Maria, gratia plena!
Virgen Inmaculada, heme aquí
una vez más
a tus pies con gran emoción y gratitud.
Vuelvo a esta histórica plaza de España
en el día solemne de
tu fiesta
a orar por la amada ciudad de Roma,
por la Iglesia y por el mundo entero.
En ti, "más humilde y excelsa
que
cualquier otra criatura", la gracia divina
obtuvo una victoria plena sobre el mal.
Tú, preservada de toda mancha
de culpa,
eres para nosotros,
peregrinos por los caminos del mundo,
modelo luminoso de coherencia evangélica
y
prenda validísima de esperanza segura.
2. Virgen Madre, Salus Populi Romani, vela,
te lo suplico, sobre la querida
diócesis de Roma:
sobre los pastores y los fieles,
sobre las parroquias y las comunidades religiosas.
Vela especialmente
sobre las familias:
que entre los esposos reine siempre el amor,
confirmado por el Sacramento;
que los hijos caminen
por las sendas
del bien y de la auténtica libertad;
que los ancianos se vean envueltos
de atenciones y afecto.
María,
suscita en muchos corazones jóvenes
respuestas radicales a la "llamada a la misión",
tema sobre el que la diócesis
está
reflexionando en estos años.
Que en Roma,
gracias a una intensa pastoral vocacional,
surjan nuevas fuerzas juveniles,
que
se entreguen con entusiasmo al anuncio
del Evangelio en la ciudad y en el mundo.
3. Virgen santísima, Reina de los
Apóstoles,
ayuda a los que, con el estudio y la oración,
se preparan para trabajar
en las múltiples fronteras
de
la nueva evangelización.
Hoy te encomiendo, de modo especial,
a la comunidad del Pontificio Colegio Urbano,
cuya
sede histórica se encuentra
precisamente frente a esta columna.
Que esa benemérita institución,
fundada hace
375 años por el Papa Urbano VIII
para la formación de misioneros,
continúe eficazmente su servicio eclesial.
Que
cuantos sean acogidos en ella, seminaristas,
sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
estén dispuestos a poner sus
energías
a disposición de Cristo al servicio del Evangelio
hasta los últimos confines de la tierra.
4. Sancta
Maria, Mater Dei, ora pro nobis!
Ruega, Madre, por todos nosotros.
Ruega por la humanidad que sufre
miseria e injusticia,
violencia y odio,
terror y guerras.
Ayúdanos a contemplar con el santo rosario
los misterios de Cristo, que "es
nuestra paz",
para que todos nos sintamos implicados
en un compromiso preciso al servicio de la paz.
Dirige tu
mirada de manera particular
a la tierra en la que diste a luz a Jesús,
tierra que juntos habéis amado
y que también
hoy sufre una gran prueba.
Ruega por nosotros, Madre de la esperanza.
"Danos días de paz, vela sobre nuestro camino.
Haz
que veamos a tu Hijo
colmados de alegría en el cielo".
Amén.
Oración del Papa Juan Pablo II dado el domingo,
8 diciembre del 2002 en la Plaza de España.
EJERCICIO PIADOSO
AL CORAZÓN DOLOROSO DE LA MADRE DE DIOS
Por la señal de la Santa
Cruz,+
De nuestros enemigos,+
Líbranos, Señor +
Primer Dolor- La aflicción
que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón.- Cuando le dijo: "una espada traspasará tu alma". (Avemaría)
Segundo Dolor- La angustis
que padeció su sensibilísimo corazón, en la huida y permanencia en Egipto.- Porque Herodes quería matar al Niño. (Avemaría)
Tercer Dolor- Las congojas
que experimentó su solícito corazón, en la pérdida de su Hijo Jesús. (Avemaría)
Cuarto Dolor- La consternación
que sintió su maternal corazón, al encontrar a su Hijo Jesús llevando la cruz a cuestas. (Avemaría)
Quinto Dolor- El martirio
de su generoso corazón, asistiendo a su Hijo Jesús en la agonía. (Avemaría)
Sexto Dolor- La herida que
sufrió su piadoso Corazón, en la lanzada que abrió el costado de su Hijo Jesús. (Avemaría)
Séptimo Dolor- El desconsuelo
y desamparo que padeció su amantísimo corazón, en la sepultura de su Hijo Jesús. (Avemaría)
Ruega por nosotros, Virgen
dolorosísima, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Siete gracias, que la Santísima
Virgen concede a las almas que le honran diariamente, meditando sus dolores, con el rezo de siete Avemarías. (Santa Brígida)
1. Pondré paz en sus familias.
2. Serán iluminadas en los
Divinos Misterios.
3. Las consolaré en sus penas
y acompañaré en sus trabajos.
4. Les daré cuanto me pidan,
con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
5. Las defenderé en los combates
espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de la vida.
6. Las asistiré visiblemente:
en el momento de su muerte, verán el rostro de su Madre.
7. He conseguido de mi Divino
Hijo: que, cuantos propaguen esta devoción, sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna- directamente, pues
serán borrados todos sus pecados-, y mi Hijo y Yo seremos su eterna consolación y alegría.
ORACIÓN SIMPLE DE
SAN
FRANCISCO DE ASÍS
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo
el Amor.
Donde
haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde
haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde
haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde
haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser
amado, como amar.
Porque es:
Dando , que se recibe;
Perdonando, que se
es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.